Propiocepción

¿Qué es?
Según Lluch et. al. (2015) la propiocepción es "uno de los sentidos somáticos que engloba la sensación de posición y control neuromuscular de las articulaciones". Así pues, este sentido nos permite percibir la posición, el movimiento y el equilibrio de nuestro cuerpo, facilitando su orientación en el espacio que le rodea y la ejecución de movimientos coordinados.
La propiocepción es un proceso completo que requiere de la integración de información sensorial aferente proveniente de músculos, tendones y articulaciones. Dicha información se distribuye en distintos niveles del sistema nervioso central para generar respuestas motrices.
Anatomía de la Propiocepción
Häfelinger y Schuba (2010), establecen una clasificación de los órganos sensoriales del cuerpo humano, desde un punto de vista fisiológico:
Exteroreceptores: Captan estímulos del entorno.
Propioceptores: Informan sobre la posición y el movimiento del cuerpo.
Enteroceptores: Proporcionan información proveniente de los órganos internos.
Para el estudio del sistema propioceptivo, nos enfocaremos en los propioceptores, que se encargan de transmitir información acerca de la longitud muscular, la posición de las articulaciones y el estiramiento de los tendones. Dentro de estos, también se incluye el sistema vestibular y los órganos del equilibrio.

Husos musculares
Son estructuras de 2 a 7 mm de longitud formadas por fibras musculares intrafusales rodeadas por tejido conectivo. Se localizan dentro de los músculos esqueléticos y son sensibles al estiramiento muscular. Su función principal es proporcionar información sobre la longitud muscular mediante fibras nerviosas mielinizadas, contribuyendo al control fino de los movimientos.
Huso tendinoso (órgano tendinoso de Golgi)

Ubicado en la unión entre el tendón y el músculo, este órgano envuelto por una cápsula de tejido conectivo, actúa como medidor de tensión, detectando tanto tensiones leves como intensas, y regula la contracción muscular para proteger al músculo de lesiones por sobrecarga. Mientras los husos musculares controlan la longitud, el huso tendinoso regula la tensión, siendo capaces de generar respuestas inhibidoras o activadoras.
Receptores cutáneos

Situados en la epidermis y la dermis, estos receptores detectan estímulos como presión, dolor, temperatura y vibración. Las fibras aferentes transmiten esta información al sistema nervioso central. Aunque su función principal es sensitiva, también complementan la propiocepción al informar sobre el contacto del cuerpo con superficies externas y el movimiento articular.
Receptores articulares
Estos se localizan en las estructuras blandas de las articulaciones y determinan las diferentes posiciones y movimientos de estas.
Se encuentran en las cápsulas y ligamentos articulares. Informan sobre la posición y el movimiento de las articulaciones, especialmente en sus extremos de movimiento. Su activación permite una mejor coordinación motora y estabilidad articular.

Órgano vestibular

El órgano auditivo está formado por 3 partes: el oído externo, el oído medio y el oído interno; en este encontramos el órgano del equilibrio.
El órgano del equilibrio (u órgano vestibular) a su vez, está formado por:
Utrículo y sáculo: perciben la aceleración lineal.
Conductos semicirculares: detectan la aceleración angular, especialmente de la cabeza.
Además de lo ya mencionado, el tronco encefálico también tiene un papel clave en el equilibrio pues este recibe la información del órgano vestibular a través del nervio vestibulococlear, proveniente de los receptores situados en los músculos y articulaciones, y los receptores sensitivos de la piel.
Estos múltiples sistemas permiten el desencadenamiento de una reacción coordinada de los músculos, la activación de los reflejos necesarios para el mantenimiento del equilibrio y la realización de movimientos adaptados.
Consecuentemente, el órgano vestibular no contribuye solamente en la percepción de la posición de la cabeza y el cuerpo, sino también de los movimientos reflejos de corrección de la postura del cuerpo.
Alteraciones
Algunas afecciones que pueden afectar nuestro sentido de la propiocepción son:
- Ataxia
Síntomas:
- Mala coordinación
- Marcha inestable o con los pies muy separados
- Equilibrio reducido
- Dificultad con tareas de motricidad fina, como comer, escribir o abotonarse una camisa
- Cambios en el habla
- Movimientos oculares de vaivén que no se pueden controlar
- Dificultad para tragar
Causas:
Las causas de la ataxia pueden ser diversas, incluyendo: lesiones cerebrales, enfermedades degenerativas (como la esclerosis múltiple o la enfermedad de Parkinson), trastornos genéticos (como la ataxia de Friedreich o la ataxia telangiectasia), infecciones (como la encefalitis o la meningitis), sustancias tóxicas y fármacos, o trastornos metabólicos (como la deficiencia de vitaminas).
Tratamiento:
El tratamiento de la ataxia depende de la causa y la gravedad de la afección, pero puede incluir tratamiento de la causa subyacente, fisioterapia y terapia ocupacional, terapia del lenguaje y algunos medicamentos.

- Enfermedad de Parkinson
- Temblor en las manos, los brazos, las piernas, la mandíbula o la cabeza.
- Rigidez muscular, donde el músculo permanece contraído durante mucho tiempo.
- Lentitud de movimiento.
- Deterioro del equilibrio y la coordinación, lo que a veces provoca caídas.

- Artritis
La artritis es la hinchazón y la sensibilidad de una o más de las articulaciones.
Síntomas:
- Dolor
- Rigidez
- Hinchazón
- Enrojecimiento
- Disminución de la amplitud de movimiento
Causas:
La inflamación y daño de la articulación puede ser consecuencia de:
- Una enfermedad autoinmunitaria.
- Fractura ósea
- "Desgaste y deterioro" general de las articulaciones
- Infección, con frecuencia por bacterias o virus.
- Cristales como el ácido úrico o el dihidrato de pirofosfato cálcico
Tratamiento:
El tratamiento de la artritis depende del tipo y la gravedad de la enfermedad. En general, se enfoca en aliviar el dolor, reducir la inflamación, mejorar la movilidad y prevenir el daño articular. Las opciones de tratamiento incluyen: medicamentos, fisioterapia, terapia ocupacional y cirugía.

Juegos prácticos
A continuación te presentamos ejemplos de juegos para desarrollar nuestra propiocepción.
- Twister
Requiere de fuerza, coordinación y concentración.
Consiste de una alfombra en la que se colocan círculos de colores. También se debe contar con una ruleta donde aparezca mano derecha, mano izquierda, pie derecho, pie izquierdo y los colores que hay en la alfombra.
Por turnos, se tira la ruleta y se van poniendo las manos y los pies donde corresponda según el color. El participante que más aguante si caerse, gana.
- Imitación de animales
Se elige un animal (por ejemplo: rana, canguro, oso, serpiente), y se imita la forma de caminar o moverse de este.
Por ejemplo:
- Rana: saltos agachados con las manos tocando el suelo.
- Canguro: saltos grandes con los pies juntos.
- Serpiente: deslizarse por el suelo moviendo el cuerpo de lado a lado.
- Cangrejo: caminar hacia atrás en 4 puntos.
- Carrera de obstáculos
Arma distintas “estaciones” en un lugar con bastante espacio (de 3 a 5 cosas pueden ser suficientes).
Cada estación debe poner a prueba un movimiento físico diferente. Por ejemplo, se puede colocar una cuerda en el suelo para que se camine sobre ella en línea recta, o probar con otros movimientos físicos, como saltar o correr.
Si este es realizado con más personas, se pueden formar equipos iguales y realizar una competencia. El equipo que termine primero el circuito, gana.
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